El arnés es una herramienta de seguridad fundamental en muchos deportes de montaña como la escalada, el alpinismo, el barranquismo y la espeleología, así como en algunas profesiones como los trabajos verticales.
El síndrome del arnés o trauma por suspensión es una patología relativamente poco conocida pero potencialmente fatal. Se da cuando un individuo queda suspendido al vacío, sujeto de la cuerda por su arnés en “posición inerte”, es decir, con las extremidades por debajo de la horizontal del tronco. Como consecuencia de esta posición, se acumulan grandes cantidades de sangre en las extremidades con falta de retorno venoso al corazón, de forma que éste recibe poca sangre para bombear hacia los órganos vitales.
Si esta situación se mantiene y el individuo es incapaz de moverse o se demora el rescate, en pocos minutos puede darse la muerte del accidentado por shock hipovolémico, al encontrarse la mayor parte del volumen sanguíneo distribuido o secuestrado en las zonas más periféricas.
Las condiciones indispensables para el desarrollo del síndrome del arnés son:
– Pérdida de conciencia o imposibilidad de movimientos (agotamiento, miedo, dolor)
– Suspensión al vacío (por ejemplo, en un rápel volado)
Ante esta situación es muy importante priorizar la velocidad del rescate en víctimas inconscientes y, en caso de que estén conscientes, animarlas a que muevan las extremidades frecuentemente o adopten una posición semi-sentada o con flexión de las rodillas, así como buscar un punto de apoyo que les permita mantener las piernas a la altura del resto del cuerpo. Los síntomas de alarma en las víctimas que mantienen la conciencia son los mareos, náuseas o vértigos (cuadros pre-sincopales), que preceden a la pérdida de conciencia.
Durante la atención de las víctimas, algunos autores han descrito el riesgo de “muerte del rescate” como consecuencia de la sobrecarga cardíaca ante el retorno brusco de toda la sangre que se había acumulado en las extremidades, aunque investigaciones recientes ponen en duda la existencia de esta entidad. Para evitarlo, clásicamente se ha recomendado colocar a la víctima en posición semi-sentada (o posición fetal en caso de víctimas inconscientes) durante unos 40 minutos, e ir adoptando poco a poco la posición horizontal.
De forma tardía, existe la posibilidad de complicaciones debidas a fenómenos compresivos, traumáticos o simplemente secundarias a la inmovilización prolongada en forma de rabdomiólisis y fracaso renal.