Sierra Nevada será pionera en la lucha contra el hielo
Se mira, pero no se toca. Bien podría ser el eslogan de Sierra Nevada al día siguiente de un temporal. No hay nada más frustrante para un esquiador que ver una pista repleta de nieve polvo bajo un sol radiante y no poder disfrutar de ella. En ocasiones la situación encuentra incomprensión de los clientes, que terminan de entender por qué hay pistas cerradas con unas condiciones de nieve tan buenas.
Para acabar con el problema, Sierra Nevada ha iniciado una nueva línea de actuación, en la cual se van a testar sistemas únicos en el mundo que pueden marcar un antes y un después en la explotación de las estaciones de esquí y, por qué no, podrán ahorrar una buena suma de dinero a la estación.
El culpable de esta situación es el hielo, que en Sierra Nevada afecta de un modo especialmente fuerte, llegando a romper piezas de los remontes y cubriéndolos por completo con una gruesa capa. Dicen que una imagen vale más que mil palabras y en este caso es totalmente cierto. La visión de una estructura de 15 metros de altura y otros tantos de toneladas de peso cubierta por una inmensa capa de hielo es espectacular. Así es como amanecen las pilonas de los telesillas a la mañana siguiente del temporal.
Por el momento, la única forma de volver a poner en marcha el remonte es quitar el hielo a martillazos. Esta es una labor titánica que consume grandes recursos y ralentiza durante varios días la reapertura del remonte afectado. Es el precio que se paga por tener la estación de esquí tan cerca del mar, que con su humedad favorece una aparición de hielo que en estaciones como las austriacas no se produce. De hecho, tan solo en Nueva Zelanda y en algunas de Canadá y Estados Unidos se registran situaciones parecidas a las de Sierra Nevada.
Lo que se viene haciendo durante años en los telesillas desembragables y en los telecabinas son las llamadas guardias, que consisten en dejar funcionando el remonte durante toda la noche. En estos remontes se pueden quitar las sillas y tan solo se deja el cable haciendo el recorrido. De este modo se evita su congelación y al día siguiente puede abrirse al público. El problema viene cuando el carámbano congela y parte alguna de las varillas de seguridad de la línea que avisan de una posible salida del cable. Este dispositivo de seguridad inmoviliza el remonte por completo y comienzan los problemas. Al detenerse, el cable se hiela rápidamente y, por decirlo de algún modo, a soldarse con las poleas que hay en las pilonas. Solo el que ha presenciado un temporal de nieve en las cotas altas de la estación se puede hacer una idea de las terribles condiciones atmosféricas que soportan los remontes. Más 20 grados bajo cero y vientos huracanados convierten la zona en una auténtico infierno blanco.
Cuando se le vuelve a dar ‘marcha’ al remonte, el hielo adherido arranca un buen trozo de la goma de las poleas sobre las que se asienta y ya no hay nada que hacer. Hay coger el martillo y comenzar a romper la helada capa. Durante este proceso conocido como desbloqueo, también hay que sustituir piezas, sobre todo las poleas dañadas a las que le falta el trozo de goma arrancado por el cable.
Lo que se hará esta temporada es testar varias soluciones en el Telesilla Stadium para valorar su posible implantación en el resto de los remontes en próximas campañas. La primera de las soluciones consiste en sustituir esas varillas por un sistema denominado Rope Position Detector (RPD). Se trata de un dispositivo electromagnético que monitoriza la posición del cable en todo momento, sin que sea necesario el uso de las varillas.
La segunda de las soluciones que se probará es más económica; la instalación de una pequeña caja que recubre las varillas que avisan de la salida del cable, evitando así su congelación. Es un método que no ha sido probado en ningún lugar del mundo y está siendo desarrollado por Doppelmayer en Sierra Nevada.
Fuente: Nevasport