Atrapados en el hielo, como Shackleton
Para muchos el suceso les ha podido recordar a otro que ocurrió hace casi 100 años y tuvo como protagonista al Endurance, el barco de la más famosa de las expediciones de Shackleton, que también fue atrapado por los hielos antárticos.
Pero el parecido termina aquí. Mientras que Shackleton y sus hombres estaban totalmente aislados del mundo y tuvieron que soportar todo tipo de padecimientos durante casi dos años, hasta que consiguieron liberarse de aquella prisión blanca que parecía que se iba a convertir en su mortaja. El capitán del barco ruso no ha tenido más que apretar un botón para que la cooperación internacional se pusiera en marcha.
Primero, un rompehielos francés trató de acudir en su ayuda, pero no lo logró. Un segundo rompehielos chino tomó su relevo y consiguió llegar a tan sólo 10 km del barco apresado, pero tuvo que retirarse debido al espesor del hielo, que amenazaba incluso con atraparle a él también.
Poco después lo intentaba un tercer rompehielos australiano, mucho más potente que los anteriores, pero que también fue rechazado sin lograr alcanzar su objetivo. Incluso ha tenido que acudir en ayuda del rompehielos chino que, a su vez, había sido peligrosamente rodeado por los hielos. Y hasta un cuarto rompehielos, esta vez norteamericano, se acercaba a la zona para colaborar.
En contraste con los padecimientos de las tripulaciones de estos barcos de socorro, los medios de comunicación nos muestran a los pasajeros del barco ruso felices, cantando, riendo y disfrutando, según ellos mismos dicen, del paisaje que los rodea. Incluso uno de ellos, Tracey Rogers, una de los científicos del barco, llegó a afirmar a la BBC en relación a la situación a la que se encontraban: “Es fantástico, me encanta cuando el hielo gana y nosotros perdemos”. No hace falta comentar esta incongruencia, por llamarla de algún modo.
En fin, entiendo que es bueno mantener elevada la moral, Shackleton también lo hizo con su gente, pero siento una extraña sensación que no puedo quitármela de la cabeza: ¿Realmente son conscientes de la que han organizado? ¿Y de que otros se están jugando la vida por salvar las suyas?
Y tú, ¿eres científico o turista?
Pues sí, tampoco tengo claro qué es lo que estaban haciendo los pasajeros del barco ruso cuando fueron apresados por los hielos antárticos. Dicen que son una expedición científica, que van en un barco de investigaciones científicas para estudiar el cambio climático y que llevan a turistas, de entre 20 y 70 años, que se han convertido en “científicos voluntarios” para ayudar en las labores de investigación, tras el pago de “desde 8.500 $”, según se anuncia en la propia web de la “expedición científica”.
El “objetivo científico” de la expedición es, aprovechando el centenario del viaje de uno de los grandes exploradores antárticos, el australiano Douglas Mawson, repetir las observaciones que éste hizo paracomprobar el cambio climático. Curiosa justificación cuando las instituciones científicas serias realizan estudios sistemáticos durante años y años; pero bueno, parece que hacer un viajecito en el centenario debe aportar conocimientos extras, como un plus de oportunidad.
Si uno visita la página web de la expedición Spirit of Mawson, se lleva la sorpresa de la cantidad de objetivos científicos que se pensaban realizar, más propios de un largo programa de investigación que de una campaña de escasas semanas. También aparecen entre participantes un cierto número de científicos y de estudiantes; pero, en conjunto, la impresión que uno se lleva es que todo parece un montaje para realizar un crucero entre amigos y que, al menos una parte, se lo paguen otros.
En claro contraste con esta descabellada empresa, hace unos pocos meses, un grupo de españoles liderados por Sebastián Álvaro hizo un viaje a Georgía del Sur al que denominó “Tras las huellas de Shackleton”, donde querían, además de repetir la travesía de isla del mítico explorador, realizar diversas ascensiones a picos. Lógicamente, no intentó camuflarla con apelativos como “científica” o “investigación histórica”; era lo que era: una aventura deportiva, y bastante respeto se merece en sí misma.
Me parece que es mejor llamar a las cosas por su nombre y no incorporar el apelativo de científico donde únicamente se debería utilizar el de turístico, aunque sean algunos científicos los que hagan el turismo. Flaco servicio hacen a la ciencia.
Atrapados en el hielo, como Shackleton
Fuente: La linea del Horizonte